CAPÍTULO TRES – SEGUNDA PARTE

Gavin frunció el ceño mientras empujaba a través del espeluznante y frío tránsito, el camino entre Tador y la Tierra. Con un gesto de su mano, el portal se abrió ante él, expandiéndose lentamente hasta que fue un óvalo suficientemente grande para que lo recorriera.

Hizo una mueca cuando la brillante luz del sol de la mañana de Phoenix prácticamente le cegó después de la negrura del tránsito. El calor escocía en contra de su piel en olas espesas y se estremeció.

Probablemente fuera estaban a 27 grados centígrados, que se elevaría a más de 37 al final del día, pero después del frío entumecedor del tránsito se sentía como si se estuviera sumergiendo en una sauna.

Escudriñó el área mientras su cuerpo se ajustaba, alerta a cualquier traición.

Habían pasado veinticuatro años desde que él o alguien más hubiese utilizado este portal, y por buenas razones. Los Cunt habían utilizado este portal en particular para transportarse en masa detrás del castillo de Tador el día en que intentaron derrocar a los padres de la actual reina, el rey Darío y la reina Annalecia.

Los gritos de dolor, la traición y la ira seguían atormentándolo en sus pesadillas, junto con el olor a carne quemada y a muerte.

Capítulo 3 – primera parte

—Acabamos de recuperar a Danen del hospital humano, mi señor—. El guardia de pecho grueso y fuerte inclinó la barbilla en una aproximación de una reverencia y después hizo una mueca y cautelosamente se tocó la nariz rota con los dedos.

—Bien. Mantenlo cómodo y lejos del resto de los miembros del consejo durante un par de días—. Hasta que pueda decidir qué hacer con él.

Marco, el presidente del Consejo Cunt, le hizo una señal al guardia para que se fuera. Danen era un estúpido arrogante y Marco sentía que no hubiese sido dado por muerto. Hubiera sido un consejero con el ego inflado menos con el que tratar.